domingo, 8 de febrero de 2009

A veces no entiendo...


No. A veces no entiendo nada. ¡Pero nada!

No entiendo por qué a mi me dice una cosa, y luego en realidad hace otra...

¡Si a mí me da igual! (no exactamente...) pero lo que no soporto es que me mientan. Ahora te entiendo Sara. No es el hecho de la acción, si no de la palabra. De su palabra.

¿Qué valor tengo yo entonces para él? Quizás conmigo haga lo mismo...

¡Por qué tiene que decirme una y otra vez algo que NO es cierto! Parece como si ella fuera una especie de droga a la que es imposible decirle que no.

¿Qué es lo que hace para captar tánto su atención?Qué tiene, que sin hacer ¡NADA! siga teniéndolo ahí... ¡sin dejarle ir! ¿Acaso no me la jugué yo mil veces más? ¿Acaso no me porté yo mil veces mejor?

Son cosas que nunca llegaré a entender. Tampoco me molesto en hacerlo. Pero que ahí están.

Me limito a aceptarlo todo, tal y como es. Total... yo ya no voy a tener lo que quiero.
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